El rostro de Leonardo dibujado en tiza sobre papel se está borrando para siempre. La obra se encuentra en la Biblioteca Real de Turín tras desaparecer y reaparecer varias veces de los archivos desde el siglo XIX. Se cree que el propio artista se retrató hacia 1513 y dejó su imagen para la posteridad en esta pieza de papel de 33 centímetros de alto y 21,6 de ancho que se está deteriorando.
Un equipo de científicos italianos y polacos ha analizado el retrato con una técnica que permite estudiar este tipo de documentos sin provocar ningún daño. El sistema, que describen en la revista Applied Physics Letters, les ha permitido determinar que el retrato está volviéndose amarillo debido a la exposición a la humedad a la que fue sometido durante siglos y que la tiza se está desvaneciendo, aunque para conocer el ritmo de deterioro proponen repetir la prueba más adelante.
El sistema consiste en cuantificar la concentración de cromóforos en el papel, las moléculas que absorben la luz y que dan visibilidad al dibujo. "Durante siglos, la acción combinada de la luz, el calor, la humedad, las impurezas metálicas y ácidas, y los gases contaminantes han modificado el color blanco del principal componente de este antiguo papel, la celulosa", explica la investigadora polaca Joanna Łojewska. "Este fenómeno se conoce como ‘amarilleamiento’ y causa daños graves de viejos trabajos en papel".
La luz de los escaneos podía terminar de destruir el dibujo
Para conocer el nivel de daño del retrato no podían utilizar técnicas convencionales, ya que la luz de los escaneos podía terminar de destruir el dibujo. De modo que usaron una variante de espectroscopia reflectante. La clave está en que "los cromóforos dentro de la celulosa absorben la luz en el espectro violeta y azul y dispersan ampliamente las porciones amarillas y rojas, lo que produce esa característica tonalidad entre marrón y amarillenta", asegura Olivia Pulci, otra de las investigadoras.
Los científicos destacan que el tipo de cromóforos encontrados en el retrato de Leonardo son similares a los que se encuentran en documentos que han sido almacenados en sitios estancos y húmedos. Su trabajo pone el acento en la posibilidad de utilizar este método de estudio en otras obras para conocer el nivel de daño y no añadir nuevas abrasiones a las obras analizadas.
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